domingo, 9 de agosto de 2009

EL PUENTE DE PAJAZO: UN PASO CRUCIAL DEL TRÁNSITO EN EL CAMINO REAL DE VALENCIA A CASTILLA


Ignacio Latorre Zacarés


Ubicación del Puente


Las ruinas del Puente de Pajazo se encuentran en la actualidad y desde 1976 bajo las aguas del Embalse de Contreras en el cauce del río Cabriel. Concretamente lo podemos ubicar entre las coordenadas 4380-4381 y 628- 629 (1) y en el área en que confluyen dentro del Embalse de Contreras los términos municipales de Mira, La Pesquera y Villargordo del Cabriel. Antiguamente, el Puente conectaba las tierras del Concejo de Requena con el de la Ciudad de Cuenca (2). Es decir, estamos hablando de un puente que perteneció al alfoz de Requena a pesar de situarse a unas 6 leguas (más de 33 Km.) de la capital municipal. En aquellos momentos, el término de Requena se extendía por un área extensísima que incluía la de varios municipios comarcanos que se segregaron posteriormente y que como vemos lindaba con la jurisdicción de la propia ciudad de Cuenca y el Marquesado de Moya.
Las escasas fotos que se conservan del Pajazo nos muestran un bello puente de 5 ojos (uno no se percibe), los dos de los lados bastante más pequeños que el central (el más grande) y dos arcos medianos que acompañaban al central. Estos ojos mayores era por donde pasaba el caudal principal del Cabriel. En una de las fotos se puede comprobar perfectamente el paso de maderadas, la existencia de una doble noria para la elevación de agua de riego y la cercanía de la propia Venta de Pajazo. El lomo del puente es curvo, en forma de “lomo de asno” como suele definirse,y produce por tanto el alzamiento del camino sobre el puente. 2 tajamares flanquean los ojos centrales del puente. Uno de los ojos era utilizado como presa por medio de una barrera de madera que desviaba las aguas hacia los cangilones de la noria que elevaba las aguas de riego.
En el informe denominado “Visita á los ríos Júcar y Cabriel: Memoria descriptiva 1878” realizado por el arquitecto D. Antonio Martorell (3) en una visita de inspección girada al Cabriel nos describe su visita al Puente de bPajazo en 1878 de la siguiente manera:
“Aguas arriba y á poca distancia de la presa (se refiere a la Presa antigua de Villargordo), se encuentra el puente de Pajazo, sobre cuyos ojos existe una embarrerada, haciendo oficio de presa, para mover una doble rueda vertical de cajones que eleva las aguas al riego de una huerta que de antiguo se cultiva en la margen derecha junto al mismo puente: este es de la carretera antigua de las Cabrillas, y junto a él existe un edificio que fue parador de la carretera y hoy está dividido en tres habitaciones que ocupan los colonos de la mencionada huerta. También hay á la salida del puente, en la margen derecha, tres corrales de ganado.”
En este paraje, el 29 de septiembre de 1927 se inauguró la ermita de San Miguel de Pajazo.


Comarca como territorio de paso


Uno de los factores esenciales que han definido a la comarca es el estar ubicada en plena zona de paso entre Castilla o la Corte (Toledo, Valladolid, Madrid) y Valencia y la costa mediterránea. La red caminera y su estratégica posición han beneficiado a una tierra de interior a la que se añadía su condición de tierra de frontera con la ubicación de una aduana y puerto seco desde 1264 en la propia Requena que ejercía de frontera de Castilla. Sin duda, para Requena era esencial mantener en buen estado la infraestructura caminera y de puentes de su alfoz, pues suponía con las dehesas una de las grandes fuentes de ingresos del Corregimiento. Hasta mediados del s. XVIII el arreglo de caminos y puentes era competencia de los municipios. Así pues, tal como muestra la abundante documentación generada, la infraestructura viaria condicionó social, económica y culturalmente a la comarca frente a otras tierras de interior que quedaron relegadas por su posición excéntrica de las principales vías de comunicación (Moya por ejemplo).
Es probable que el paso de Pajazo ya fuera utilizado en época romana, pues las cercanías de las importantes minas de sal de Minglanilla y la existencia de un “Camino de las minas al Pajazo” por La Pesquera induce a pensar en ello.
En 1289 Alfonso III de Aragón ya recomienda la ruta Cuenca-Requena- Buñol-Chiva como la más segura para los comerciantes procedentes de Castilla y que mercadeaban en los reinos de Valencia y Aragón (4).
Para Valencia, el carril de Requena era una vía principal de aprovisionamiento del trigo y otras mercancías procedentes de Castilla. En 1397, los registros del Archivo del Reino de Valencia documentan que
Requena era tras Toledo la segunda ciudad no valenciana en número de mercaderes que comerciaban con la ciudad de Valencia 5. El Consell General de Valencia decide el 7 de noviembre de 1427 reparar todo el carril de Requena a su costa para mejorar el “Camino de Requena” (6). Es aquí donde encontramos una primera referencia documental del Puente de Pajazo, pues también la ciudad de Valencia decide acometer su costosa obra (7). La obra del carril (carril = camino para carros), durará desde el 10 de mayo de 1428 al 8 de julio de 1429 y fue presupuestado en 3.000 florines. En su construcción intervinieron muchos moriscos de la Hoya de Buñol y también trabajadores de Requena.
En 1264, Requena recibe el privilegio del Puerto Seco instituyéndose en Aduana de Castilla. Como testimonio del gran volumen de tránsito por el puerto seco, un registro de la aduana requenense datado entre enero y marzo de 1557 nos arroja una gran cantidad de diferentes tipos de mercancía que transita la aduana en su dirección a Valencia, a la feria de Villalón de Campos, Toledo u otros lugares (8). Comerciantes de Castilla, Valencia, Arévalo, Toledo, Calzadilla, Medina, Onteniente y la misma Requena declaran en la aduana productos tan dispares como aceite, pimienta, trigo, conservas, damasco, cordellate, amoniaco, canela, avellanas, manteles, algodón, arroz, zapatos, alcanfor, jengibre, cordobanes, sémola, cera, tafetán, hilo portugués, azogue, paños de grana de Segorbe, chapines (un tipo de calzado) dorados, tocas de seda, dátiles, confituras, clavos, terciopelo, goma arábiga, resmas de papel y un amplio etcétera de más de 50 productos. Evidentemente, el tránsito de mercancías y ganados generaban pingües beneficios para el Corregimiento.
La importancia del camino de Requena como vía principal de comunicación entre Valencia y Madrid queda confirmada en todos los repertorios de caminos publicados en su momento, como los de Pedro Juan de Villuga en 1546 y Alonso de Meneses en 1677 (9). En estos repertorios se señala como camino que une Valencia con Madrid, Toledo, Salamanca, Guadalupe (Cáceres), Alcalá de Henares, Santiago, Burgos e incluso Lisboa prácticamente el mismo a su paso por la comarca: Valencia → Quart (1 legua 10) → Chiva (4 leguas más) → La Venta de Buñol (2) → Siete Aguas (2) → Requena (3) → Utiel (2) → Caudete (1) → La Venta Nueva (2) → Pajazo (1) → La Pesquera (2) → Campillo de Altobuey (3) → Motilla (3), etc.
Sólo cuando la dirección es de Valencia a Cuenca el camino se desvía por Camporrobles siguiendo este recorrido: Requena → Utiel (2 leguas) → Camporrobles (3) → Mira (3) → Víllora (2)…
La cartografía también nos señala la importancia del Puente de Pajazo, pues a partir de 1628 observamos como los cartógrafos holandeses, franceses e italianos reseñan el lugar de Pajazo en todos sus mapas.



Importancia estratégica y vida azarosa del Pajazo


Uno de los grandes obstáculos en el tránsito entre Castilla y Valencia era el impetuoso e intrincado Cabriel que con sus temibles avenidas y complicada orografía de meandros y cañones suponía una severa dificultad de paso. El Puente de Pajazo junto con el de la Puenseca, Vadocañas y posteriormente el de Contreras era uno de sus escasos pasos o vados. Pero, sin duda, “la” Puente de Pajazo fue el principal pues era el único por el cual se percibían los derechos de pontaje, pasaje y peaje y el que se ubicaba en el camino real más utilizado. El pontaje, pasaje y peaje era una concesión real otorgada a los administradores del Pajazo que era la villa de Requena por una parte y por otra parte Dª Elvira de Jaraba, su marido el Comendador Diego de Aguilera y los sucesores del Mayorazgo de los Aguilera (Condes de Mora en el s. XVIII).
La sentencia pronunciada en Huete el 21 de enero de 1484 por el Dr. Alfonso Díaz de Montalvo (11) fijó el cobro de los derechos anteriormente nmencionados en la siguiente cuantía: “de cada persona que por la dicha puente pasare un maravedí e sy pasare cabalgando que pague dos maravedís e de leña cargado tres maravedís e de carreta vazía seys maravedís e de carreta cargada dies maravedís e de cada hato de ganado menudo una cabeza e un real por cada çien cabezas e de cada cabeza de ganado mayor tres blancas e de cada puerco una blanca”. La misma sentencia obligaba a ambas partes a reedificar el Puente de Pajazo bien y firme de cal y canto: “edeficada la tengan e sostengan bien reparada porque libremente e sin peligro ni daño los omes e bestias e ganados e carretas puedan pasar de la una parte a la otra”.
Por un auto de Fernando VII del 19 de julio de 1754 se establecería un nuevo canon del pontazgo que por mitad debían percibir el conde de Mora y la Villa de Requena en el Pajazo y que que sería el siguiente: “Por cada caballería mayor incluiendo la persona que la llevare doze maravedís. Por la menor incluiendo también la persona seis maravedís. Por cada cien cabezas de ganado lanar o cabrío treinta y quatro maravedís y de las que hubiere más o menos de este número se ha de aumentar o rebajar un maravedí por cada tres cabezas. Por cada cien cabezas mulares diez reales de vellón y de las que hubiere más o menos de este número se ha de aumentar o revajar lo que a la prorrata corresponda al respecto de los dichos diez reales por las ciento. Por cada carruaje de quatro ruedas, aunque tiren del quatro o más mulas o cavallos incluiendo las personas que fueren en el y le asistan quatro reales de vellón. Por cada carro de bueyes o carreta aunque tiren del o della quatro o más bueyes a medio real. Por cada yeguada o muletada de cien cabezas diez reales y de las que hubiere más o menos de este número se nha de aumentar o rebajar lo que a la prorrata corresponda, al respecto de dichos diez reales por las ciento. Por cada cien toros o vacas diez reales y de las que hubiere más o menos de este número se ha de aumentar o revajar lo que a la prorrata corresponda al respecto de dichos diez reales por las ciento. Y se declara que de las personas horras o que viajasen a pie y passaren por dicho puente no se ha de llevar cosa alguna, ni de las maderas que fueren conducidas por el agua y passaren por vajo del puente, ni tampoco de los vecinos de Requena y su jurisdicción…”. (12).
Aunque Requena durante un tiempo quiso cobrar el derecho de pontaje en el Puente de la Puenseca (13) e Iniesta en el de Vadocañas (14), estas imposiciones fueron anuladas por el rey pues no poseían licencia para ello.
Tema para otro artículo sería la competencia establecida entre los puentes de Pajazo, Vadocañas y la Puenseca en el s. XVI que era a su vez un conflicto de competencias entre los Concejos de Requena, Iniesta y el Marquesado de Villena.
En 1521-1522, la renta del pontaje del Pajazo para Requena ascendió a 5.000 maravedíes (15)
El Puente de Pajazo fue derribado por numerosas avenidas y tras ellas el Concejo de Requena (propietario de la mitad del puente) y los propietarios de la otra mitad intentan siempre denodadamente reconstruirlo para no perder los beneficios que suponía la percepción del “pontaje”. Entre otras avenidas del Cabriel y reconstrucciones del Pajazo están documentadas la de 1485, 1496, 1541 (gran riada de 13 de agosto de 1540), 1545, 1553-1560, 1566, 1618, 1635-1641 (riada de febrero de 1635), 1728 (Noche de Santa Sabina), 1739 , 1754 16, 1936, 1956 y 1957 entre otras.
En 1640 se decide reedificar el puente pero media legua aguas abajo en Castilseco (seguramente el actual Cerro del Castillo en Contreras) y se acuerda que contribuyan todos los pueblos castellanos ubicados en un radio de 20 leguas. El costo del puente eran 5.500 ducados en una época en que el sueldo de un maestro de albañilería venía a ser 80 de ducados anuales y el de un peón de obra 40 (datos de mediados del s. XVI).


Pere Compte, Juan de Vidaña y el resto de maestros de obra del Pajazo


Quizás uno de los hechos más significativos del Puente de Pajazo fue que en una de sus construcciones intervino Pere Compte, el gran arquitecto del gótico civil valenciano con numerosísima obra entre la que destaca la bellísima Lonja de Valencia (17). El 21 de enero de 1485 el Consell de Valencia decide intervenir en el Puente de Pajazo para que se finalice exponiendo que “lo Pont de Pajaço está en gran perill per la obra no esser acabada per lo qual pont venen molt vitualles a la present ciutat” 18. En 1496 vuelve a intervenir Pere Compte pues el Consell de Valencia le da 50 florines valencianos de adelanto para arreglar el Puente 19.
Pere Compte escoge una tipología de puente muy infrecuente en España, heredada de la época romana, basada en arcos de diafragma sobre pilares de piedra y cubierta de madera por donde discurría el carril. En total serían 2 pilares en el medio del río y dos medios pilares en cada cabo del puente con una altura aproximada de 6’80 metros. La base sería hormigón de cal utilizada como cimientos y a la vez de presa-azud. La calzada descansaría sobre la base de madera y tierra 20. Parece que las sucesivas reconstrucciones del puente se basarían en el esquema adoptado por Pere Compte.
También el célebre maestro vasco de cantería Juan de Vidaña, residente en Utiel y con numerosa obra como el Templo de Santa María de la Asunción de Utiel o el Molino del Concejo de la misma población intervino en el Pajazo en 1556 y años posteriores (21). Para su reedificación, Vidaña se endeudó a base de préstamos lo que le costó ir a la cárcel de Requena, no siendo liberado hasta el 2 de agosto de 1561 gracias a una fianza presentada.
Otros maestros que intervinieron en el Pajazo han sido Francisco Martí Biulaygua y Miquel de Alpis, picapedrero vizcaíno, ya en 1485; en 1553 Domingo Cabra (vizcaíno), Rodrigo Picaço y Miguel de Gadea 22; en 1566 repara la presa del puente que estaba afectada por el paso de maderadas Machín de Mondragón (23); en 1604 tras la riada hizo un pontón de madera Bartolomé Sauquillo de Campillo de Altobuey; en 1612 intervino Gil de Rozas y en 1640-41 Juan Dizmaz de Aguirre de La Motilla (24) entre otros.

El Pajazo en la historia


Por su ubicación, el Puente de Pajazo fue testigo del paso de personajes históricos y también de acontecimientos de gran importancia. Nos conformaremos con citar que Carlos I pernoctó en la Venta de Pajazo el 28 de abril de 1528 en dirección a Requena donde dormiría al día siguiente y también comió en la misma venta el 19 de diciembre de 1542. Pero quizás, el episodio más conocido sería la célebre Batalla del Pajazo ocurrida el 21 de junio de 1808 en plena “Guerra del Francés” cuando las tropas francesas del Mariscal Moncey procedentes de Minglanilla y con 7.000 hombres derrotan a las tropas nacionales del General Adorno que se baten en retirada por Vadocañas. Moncey por fin atravesaría el Cabriel y dos días después entraría en Requena. Para otra ocasión dejaremos las maderadas que atravesaron este puente (y los conflictos que crearon), los casos de peste que ocurrieron en su venta, las carlistadas o la importancia que tenía para que los ganados de ambas orillas pudieran herbajar.


El final del Pajazo


“Todo cambia, nada es”. Heráclito de Éfeso.
Con el transcurrir del s. XVIII, el Pajazo perdía importancia frente al paso de Contreras. Un repertorio de caminos de 1761 y otro de 1809 ya señala que el camino de Madrid a Valencia cruzaba el Cabriel por la Venta de Contreras (25). La decadencia final del paso y puente de Pajazo se la
proporcionaría el gran puente de Lucio del Valle finalizado en 1851 y que se ubica en el cruce del Cabriel por Contreras. Este puente es toda una joya de la arquitectura civil del s. XIX que ha servido como modelo de construcción para puentes posteriores. Las últimas noticas del Puente de Pajazo nos las aporta el famoso montañero valenciano y amante del Cabriel Pedro Notario quien nos describe como poco antes del embalsamamiento de Contreras, el Puente de Pajazo estaba en ruinas con sólo dos arcos supervivientes, uno en cada ribera. Los arcos centrales habían ya desaparecido. El paso se realizaba en aquel entonces por un pontón de madera con dos rampas para subir y bajar nde tierra y con unos pilares que quizás procediesen del antiguo puente.
Ahora todo queda sumido bajo las aguas del domesticado Cabriel.
Muchas más cosas se podrían decir de este puente vital para la comarca, pero hoy, justo 200 años después de la Batalla de Pajazo y desde el municipio cabrielino de Venta del Moro daremos fin a este “divertimento”.
Epílogo: ¿Sería mucho soñar que alguna vez aprovechando uno de los periodos de extrema sequedad del pantano (ha llegado a estar al 2’5%) se rescatara uno o los dos arcos supervivientes y se pudieran exhibir en algún lugar adecuado como testimonio de nuestro pasado caminero, comercial y ganadero?

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